miércoles, 14 de octubre de 2009

LA MAGIA

Magia, no es sacar un conejo de una chistera, o hacer aparecer una moneda en el aire. Magia es un conjunto de conocimientos que abarcan desde lo metafísico, como el conocimiento de encarnaciones anteriores, el contacto con el Alma o saber donde radican nuestras virtudes y defectos, hasta la aplicación en el aquí y el ahora de la parte científica o de la artística. Egipto a través de esta Magia, de este conocimiento, obró prodigios. Por ejemplo la diorita, una piedra cuya dureza puede ser sólo superada por el diamante, los egipcios la cortaban como si fuese mantequilla.

En el Metropolitan Museum de Nueva York existe un gran cánope, en que se muestra que lo que cortó la diorita -que no sabemos lo que es-, avanzaba diecisiete veces más de lo que puede avanzar un diamante, o sea, tenía una dureza diecisiete veces superior a un diamante. Pero hay un problema: los egipcios no conocían los diamantes. Y hay otro problema: se ha hecho un análisis espectrográfico sobre los cortes y aparece cobre, y está claro que el cobre no puede cortar la diorita.

Utilizar la Magia, poder dominar la voluntad, no solamente la propia, sino también la de los demás, traería una serie de desgracias para nosotros, provocadas por los que hicieran uso de este gran Conocimiento sin escrúpulos y de forma inmoral.

Lo que ha tratado de salvar siempre el sentido mágico ha sido la posibilidad de caer en manos de hombres de mala voluntad. De ahí las Pruebas de Iniciación, en las que sólo los que las superaban podían ser dueños, podían entrar en contacto con los elementos de la Magia, que permitían, ante todo, tener un concepto de lo que es este mundo en su integridad.

Lo primero que podemos hacer sobre este tema es tratar de ver qué relaciones existen entre las distintas partes del Universo y nosotros mismos, qué relaciones se dan en nuestro interior y qué relaciones existen dentro del Universo; y no sentirnos solos, ni angustiados, ni pensar que entre cada uno de nosotros hay una barrera, sino darnos cuenta de que formamos parte de una gran Unidad, de una gran Vida, de algo que está dirigido, obviamente, por la voluntad de Dios, de lo que está más allá de nosotros; poder cultivar la voluntad interior, la voluntad de ser, aquí y en cualquier parte.

Tenemos que reencontrar el hilo de esa continuidad mágica para poder conformar un mundo unido, un mundo de manos juntas, un Mundo Nuevo, un Mundo Mejor, donde no rechacen ese Mágico Mundo Viejo. Recordemos siempre los símbolos de Osiris, el látigo y el gancho. Son las dos Fuerzas de la Naturaleza, la que atrae y la que rechaza. Eso no lo inventaron los egipcios, está tomado de la Naturaleza. En todas las cosas hay una fuerza que rechaza y otra que atrae. Nuestro planeta da vueltas alrededor del Sol porque hay una fuerza centrípeta que atrae y una fuerza centrífuga que rechaza. Entre estas dos fuerzas está el equilibrio y la marcha.

Nosotros estamos siempre entre dos fuerzas. Tratemos de entender los símbolos del Antiguo Egipto; no son decorativos. En Magia no hay símbolos decorativos. En la mesa ceremonial egipcia, los agujeros y distintos canales no son decorativos (¡no son tampoco para que corra la sangre de las víctimas!); son como el circuito impreso del que os hablaba, son lugares para que pasen las energías. Cada energía precisa de un color, de una forma. No podemos atraer a un pez de la misma forma que a un gato o a un perro; cada uno tiene su forma, su idioma, su tentación. Así también, las Fuerzas de la Naturaleza, las que se mueven a través nuestro y a nuestro alrededor tienen su forma y tienen su tentación para marchar. El Mago no las invoca, sino que las evoca. El Mago conoce los caminos de las Fuerzas y rige esos caminos, y hace que Ellas, en unión con él mismo, realicen prodigios para bien de la Humanidad.

Ese es el verdadero Mago y lo demás es mentira, es para distraer los ocios; o son viejos recuerdos, como el de la señora que mira las cartas o lee las líneas de las manos. Está haciendo algo sin saber por qué, simplemente tiene cierta sensibilidad y acierta muchas veces. Pero son Ciencias perdidas que existían en la Antigüedad. Las líneas de nuestras manos, de nuestros pies, y la forma de nuestro rostro y sus expresiones, tienen un significado mágico, como lo tiene el vuelo de los pájaros, o la voz del viento o las aguas cuando corren. Así, todo el mundo es susceptible de convertirse en un Gran Libro, en una inmensa Biblia, en donde podemos leer los Designios de Dios.

Cuando lleguemos a contactar con la Magia, podremos leer dichos Designios divinos. Eso no da felicidad; da simplemente Sabiduría. La Felicidad, como dijo Pitágoras, no es planta de la Tierra.

Fragmentos de: "Magia e Iniciación en el Egipto Antiguo" Jorge Angel Livraga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario